Profesores y psicólogos identifican las actitudes más
nocivas de los progenitores a la hora de implicarse en la educación de sus
hijos
La mayoría de los padres y madres concede mucha relevancia a
los estudios de sus hijos y trata de implicarse en ellos. Pero maestros y
psicólogos aseguran que no siempre tienen claro cuál es su papel en el
aprendizaje escolar y a veces adoptan actitudes que acaban dañando la educación
de los hijos.
ESTUDIAR CON ELLOS
Ser padre y maestro a la vez crea conflictos y dependencia
“Llegan los primeros deberes escolares y ahí están papá y
mamá al lado; y los deberes son de la criatura, no de la familia; el deber de
la familia es velar por que el niño tenga espacio y tiempo para hacer sus
tareas y, si son muy pequeños, facilitar la organización del tiempo” Eso no
significa que si el niño plantea alguna duda no se le den pistas o herramientas
para resolverla. Dicen los expertos que hacer de maestros y padres a la vez no
trae más que problemas: crea conflictos familiares diarios y dependencia,
porque los niños se acostumbran a que haya alguien encima de ellos para
trabajar. Y si el crío tiene dificultades de aprendizaje o necesita refuerzo,
el consejo es buscar un profesor particular.
RESOLVÉRSELO TODO
Solventar sus descuidos dificulta su maduración
“Los niños han de aprender a organizarse y a solventar sus
problemas, a cualquier edad, y no hay que mandar a nadie corriendo a comprar
tinta de impresora a última hora de la tarde porque al día siguiente ha de
entregar un trabajo ni llevarle a la escuela el libro o el bocadillo olvidados;
si los padres les resuelven todo ‘con tal de que estudien’, no maduran, no
asumen sus responsabilidades ni aprenden a ser autónomos”.
FOCALIZAR TODO EN EL ESTUDIO
Hacer de la formación el eje de la vida familiar daña la
relación
Los educadores aseguran que una frase muy reiterada de los
estudiantes es “a mis padres sólo les interesa si estudio, lo demás no les
importa nada”. “Cuando focalizas todo en los estudios, cuando lo primero que le
preguntas a tu hijo en la puerta de la escuela es qué deberes tienes o qué nota
te han puesto en vez de cómo te ha ido el día, o con quién te has relacionado,
transmites que te interesa el aprendizaje, no la persona”.
QUERER GENIOS
Sobreestimular a menudo provoca el efecto contrario
Los maestros explican que una práctica muy habitual en las
familias es la de sobreestimular a los niños.
Esa impaciencia respecto al aprendizaje provoca, según los
psicólogos, que los padres se desesperen ante las primeras dificultades en los
estudios o vivan como un fracaso los primeros malos resultados, sin tener en
cuenta que la educación es un proceso a largo plazo y que lo que los niños
necesitan para aprender es paciencia y ánimo.
PREMIAR LAS NOTAS
El estímulo material desvirtúa y puede aumentar la
frustración
Las notas ni se han de premiar ni castigar; se han de
elogiar y aplaudir, o analizar si es necesario dedicar más tiempo a estudiar,
según los expertos. “El mejor estímulo es descubrir cosas nuevas y desarrollar
tus intereses, si hace falta un estímulo material, es que algo no funciona”.
DISFRAZAR LA VAGANCIA
Buscar trastornos detrás de los fracasos retrasa la madurez
Otra conducta recurrente que observan los educadores es la
tendencia de los padres a buscar trastornos neurológicos detrás de los fracasos
escolares de sus hijos. “Hay muchos niños que son incapaces de esforzarse en
hacer los deberes o en estudiar porque son vagos, y eso es inmadurez, no un
trastorno mental, y a veces se intenta disfrazar esa vagancia como intolerancia
a la frustración o intolerancia al estrés, cuando lo que tienen es falta de
autonomía”, esta actitud tiene que ver con la actitud hiperprotectora de muchos
padres que buscan la etiqueta del trastorno para el bajo rendimiento de sus
hijos “porque en el momento en que se disfraza algo como trastorno se
desculpabiliza a todo el mundo”.
EJERCER DE DETECTIVES
El control absoluto de sus tareas suscita desconfianza
Hay padres que rastrean los deberes, trabajos, las fecha de
exámenes o los comentarios de sus hijos en clase a través de la agenda escolar,
la web del centro, las redes sociales o implicando en sus indagaciones a los
padres de otros niños de la clase, con quienes están en permanente contacto por
WhatsApp. “Esa conducta provoca un boquete de desconfianza y no resuelve nada”,
advierte Montenegro. En vez de ejercer este control absoluto aconseja realizar
un acompañamiento lejano, revisar conjuntamente con el chaval la agenda de
tareas pero dejándole que sea autónomo para realizarlas. Y para los padres que
optan por preguntar la lección para saber si el niño ha preparado un examen,
los expertos recomiendan ponerle tres o cuatro preguntas por escrito, porque
normalmente no hay exámenes orales y de nada sirve que el niño se sepa la
lección hablando si luego se expresa mal por escrito o comete muchas faltas de
ortografía.
USAR EL ESTUDIO COMO PEAJE
Las tareas escolares acaban entendiéndose como un castigo
“Castigado a hacer los deberes” o “hasta que no acabes de
leer no hay dibujos” son frases que utilizan algunos padres para incitar a sus
hijos a hacer las tareas escolares. Pero los expertos aseguran que el tiempo de
estudio debería ser siempre un tiempo de tranquilidad y sosiego, no de
regañinas. El objetivo, explican, debe ser ayudar a los niños a descubrir el
placer de la lectura o del aprendizaje, y eso no se consigue si se plantean las
tareas escolares como un castigo o como un peaje necesario para poder disfrutar
de actividades placenteras como salir con los amigos, ver la televisión o jugar
con la consola.
Y a medida que crecen, han de entender la relación entre
esfuerzo, dedicación y resultados, “y asumir que si han de estudiar más porque
han tenido malas notas se trata de una inversión, no de un castigo”, indica
Comellas.
PROYECTARSE EN LOS HIJOS
Las expectativas no siempre se adecuan a las capacidades
Los psicólogos consideran que en muchas familias pesan más
las expectativas que tienen los padres sobre los estudios de los hijos que las
preferencias o capacidades de estos, y muchos chavales son orientados a
estudiar lo que quieren o les gusta a sus progenitores. “En este país
confundimos inteligencia con título, continuamos desprestigiando la formación
profesional y no valoramos la creatividad como un medio para vivir”, reflexiona
Comelles.
NO RESPETAR LA LÍNEA ESCOLAR
El modelo de los padres no garantiza el éxito hoy
Muchos padres piensan que el modelo y los métodos educativos
que les sirvieron a ellos les servirán a sus hijos, pero la escuela ha cambiado
mucho y los niños también. “Lo que a ti te gustaba del colegio, lo que
aprendías entonces o cómo lo aprendías no tiene por qué ser un modelo de éxito
para tus hijos”.
“Uno ha de plantearse a qué escuela lleva a su hijo,
asegurarse de que comparte las mismas ideas, y luego acompañar al niño en el
aprendizaje pero con respeto al proceso que siguen en la escuela, y no dar al
niño mensajes diferentes”, reflexiona. Los educadores son especialmente
críticos con los padres que muestran constantemente su desacuerdo con los
profesores en presencia de los niños, porque estos aprovechan esa situación
para manipular a unos y a otros.
Fuente http://www.lavanguardia.com/vida/20160913/41268207060/conductas-padres-entorpecen-educacion-hijos.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_source=twitter&utm_medium=social
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